Kimono de mujer decorado con faisanes y plantas de otoño, RIJKSMUSEUM

El poeta va a masaje tailandés

Para José Kozer, libidinosa mente

ahí vienen esas dos
con sus kimonos
hay música de fondo
huele a orientales
hierbas ríen bajito
hablan qué idioma
bellas cantarinas
caminan sobre mí
me resigno me entrego
me descompongo
toda
de un tirón
imaginando tal vez
ya en trance
lo que el judío no diría

se representa
lisiado tumbado
cabeza dentro
de un orificio
vedado el ojo
a lo que sucede
le acarician luego
le maltratan
escucha voces
lejanas sonríen hablan
en una lengua rara
más y más risas
golpetazo
de qué se ríen estas
será de su cuerpo
enclenque
inflexible
hueso de viejo
pero y qué
los cuerpos bellos
que le acarician esos
sí son cuerpos
las risas que no sabe
si del más allá
o del más acá
consuelan la cansada
osamenta

vente chinita vente
te pago luz y agua
te pongo un cuarto
comemos arroz con palitos
y aquí todos quedamos
campana como nuevos

Las flores de Kitty Emmeline Jane Light

Levanta el vuelo. No entres
en este cuerpo entero:
donde está amaneciendo.
Claudio Rodríguez

Dentro de la quinta una mujer entristece sin poder evitarlo
rodeada de los jardines donde su amado Edward
hace y deshace todas su teorías sobre la melancolía.

Agrimonia para paliar las emociones ocultas, las tortuosas
genciana y mostaza para la tristeza de causas desconocidas
brotes de castaño y álamo temblón para no temer a lo de fuera
madreselva y rosa canina para la soledad sin rumbo ni consuelo
aulaga, roble y olivo, para la que ha perdido el centro
clemátide, verbena y brezo para el que se ha centrado
perpetuo en sí mismo.

Se han de poner debajo de la lengua,
cuatro gotas disueltas en cognac.

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El doctor cree que las flores pueden llegar a lo más profundo.
Su mujer no puede sonreír.

Otro día cae y amanece en la quinta
maceradas las esencias y un pensamiento en el mortero:
salir a comprar cognac, para los dos, cuanto antes.

Wichi a Cofiño desde el más allá

Las ventanas, usted y esas ridículas maneras de soñar
el árbol es más huérfano dentro de una ventana
el trino abandona para siempre al pájaro
para el que desde la ventana le observa
y sabe que no es sordo del todo
y el mar, siempre el pedazo de mar aquel
que no nos sirve para nada
dentro de una ventana
La muchacha que por allí se pasea, va y viene
desaparece, intermitente como el amor…
¡Latido! ¡Sería bueno que se quedara
pero es una ventana!
Cinética del que sueña preso
hiperrealismo non sense
La sensación de aprehensión no tiene remedio
Usted se quedará solo y lo sabe
a menos que la muchacha le descubra
in fraganti, mirándole
y por unos minutos,
con mar y todo,
desaparezca la ventana.

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ALEISA RIBALTA
Aleisa Ribalta (La Habana, 1971). Nacida en Cuba, reside en Suecia desde 1998. Poeta, traductora y coordinadora cultural. Ha publicado Talud (Ekelecuá Ediciones, 2018), poemario traducido también al catalán en edición bilingüe (bokeh, 2018). Ha participado en las antologías Poesía escrita por mujeres (Verbo(des)nudo, 2018) y Todas las mujeres (de fulanas y menganas) (Fundacionarte, 2018). Coordina el cuaderno digital La Libélula Vaga (www.lalibelulavaga.com), donde se difunde autores de todo el mundo.

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