‘Sakura’: la más reciente muestra de Rocío García en NG Art Gallery

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‘Sakura’ (detalle), Rocío García

Sakura, la más reciente exposición personal de la reconocida pintora cubana Rocío García, se inauguró el pasado viernes 14 de febrero en NG Art Gallery (calle A, #665, entre 27 y 29), una casa fundada en 2014 en Ciudad de Panamá, Panamá, y establecida con una sede en el Vedado habanero por su interés en el arte cubano y latinoamericano.

Rocío García (Villa Clara, 1955) se convirtió con series como El regreso de Jack el castigador, Hombres, machos, marineros…, Geishas o estampas de la vida que fluye y el tratamiento de temas como las parafilias, el suicidio, la homosexualidad y la muerte, en una pintora sin precedentes en Cuba, acaso “nuestra principal pintora”, como escribió el crítico cubano Rufo Caballero.

La exposición, que confirma el trabajo en serie de la artista, está conformada por once cuadros: cinco pequeños, a los que denominó por sus dimensiones haikus, en alegoría a la forma de poesía tradicional japonesa, y seis de mayor formato, sin que ninguno sobrepase los dos metros.

En estas cinco pinturas de pequeño formato se vuelcan elementos recurrentes en la obra pictórica de Rocío, como las armas japonesas (catanas), las olas y la nieve, que confieren –según dijo la artista mientras la entrevistaba para Rialta–, “un tono poético, sin narratividad”.

El título de la exposición, proviene del cuadro que dio origen a la serie, Sakura (‘cerezo’), un cuadro “japonés”, según Rocío, del que se desprendió el resto de las obras. Este cuadro lo había pintado para una exposición específica hace aproximadamente tres años y sobre él comentó: “Esto me ha pasado varias veces, a un curador le gusta un cuadro, lo utiliza en una expo y pienso, «debo retomar esto», porque lo tengo dentro. Sakura es sobre el amor. Un estado espiritual.”

En las pinturas hay citas a escritores japoneses —Yukio Mishima y Yasunari Kawabata–, que influyen la obra de Rocío desde series como Geishas…, y homenajes al pintor y grabador japonés Hokusai.

La exposición tenía como preámbulo el haiku “La larga noche/ El ruido del agua/ Dice lo que pienso…”, poesía que sugiere la sutileza con que la artista se enfrenta a una forma de hacer menos agresiva visualmente, de una belleza sosegada, con tonos pálidos que transmiten un estado de tranquilidad perenne, alcanzado. Violentas flores del cerezo que se abren secretamente.

Además de Sakura, la exposición incluye El agua, La ola, El camino, La marea y En el aire, entre los cuadros de mayores dimensiones. Los tres primeros son pintados al óleo, y el resto, con la técnica que predomina en esta serie, el acrílico.

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Sakura mantiene los icónicos árboles de Rocío García, que ya habían crecido en la serie El regreso de Jack el castigador. Bosques neblinosos de troncos de color rosa, afilados, sin follaje, por entre los que corre el hombre desnudo, reflejando la brutal y tierna nieve en su catana, volviéndose para ver el fuego que otro hombre, desnudo también, calienta con su espera…

Pinturas en las que se manifiesta el interés desmedido de la artista por la armonía –componente que defiende según ella su concepto de belleza– y las líneas, que otra vez, sobre sus lienzos, se revelan precisas. Mortales cortes de samurái.

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