Lo primero que una debe saber cuando se involucra con un hombre casado o con novia es que nunca la va a dejar. Puede ocurrir, como mismo ocurrió la caída de un meteorito en Pinar del Río en febrero de 2019 –yo misma conozco varias historias de amor de mujeres con hombres infieles que han logrado un final feliz, al estilo convencional–, pero no es lo frecuente. Lo frecuente es que permanezcamos en el rol de amante, que es un rol bastante jodido, hasta que la relación se vuelve insoportablemente tóxica o hasta que la esposa o la novia descubren el engaño, o se cansan de ser engañadas, y cortan con el hombre.

En las parejas homosexuales no sé cómo funciona este asunto. Revisé estudios y notas sobre el tema para escribir esto y encontré dos conclusiones interesantes. Una sostiene que las parejas homosexuales son más propensas a sostener relaciones abiertas, en las que se admite el sexo con terceras personas; y la otra, que son más fieles porque las personas homosexuales enfrentan mayores dificultades para encontrar pareja. En todo caso, creo prudente no hacer generalizaciones.

Lo que yo sí puedo decir por mi experiencia, al igual que por las de varias amigas, es que, siempre que puedas evitar ser la amante, mucho mejor, y si ya lo eres, intenta no olvidar que no dejas de ser soltera cuando eres la amante. “Mientras tú sigas casado, yo sigo soltera”: esa era mi principal regla de juego. Si algo me ayudó a sobrellevar todo lo que implicó asumir un rol de amante en las cinco historias significativas –de tantas– que tuve con hombres infieles, fue esa regla.

La conciencia de permanecer soltera se concretaba en que yo no establecía un pacto de exclusividad sexual, no quedaba esperando a que él se decidiera por una de las dos, no renunciaba a salir con otros hombres. Por supuesto, esta actitud no me blindó completamente, porque no impidió que me enamorara, y cuando una se enamora deja de conformarse con ser la amante, empieza a esperar más de lo que le pueden ofrecer, y sufre. Yo intentaba seguir la máxima popular que reza “esto es para gozar y no para armar perretas”, intentaba hacer limonada con los limones que me mandaban del cielo; pero incluso cuando no me enamoraba, sufría.

El problema no era de escrúpulos. Para interpretar un rol de amante no puedes tener escrúpulos. A mí no me perturbaba compartir el cuerpo de alguien que yo quería con otra mujer, sino su tiempo. El tiempo que un hombre infiel pasaba conmigo dependía del tiempo que le resultaba más favorable para mentir. Casi nunca nos veíamos cuando yo quería, sino cuando ellos lograban escaparse e inventar alguna excusa.

Tuve uno que se peleaba con su esposa cuando quería verme. La pelea lo dejaba atormentado y se veía en la urgencia de salir a tomar aire. El aire era yo. Ese aparecía en mi casa sin avisar, lo mismo a las siete de la mañana, que a las doce de la noche, que a mitad de la madrugada. No me tocaba la puerta: al menos tenía la cortesía de llamarme por el celular para avisarme que estaba en los bajos de mi casa o en la esquina y preguntarme si podía recibirle. Yo casi siempre le decía que sí. Me gustaba, lo quería, qué les puedo contar…

Hasta que con los meses me empecé a cansar o a aburrir de todo. Dejé de responder a sus llamadas intempestivas y de abrirle la puerta, y un día él se marchó de Cuba de vuelta al país de donde había venido, junto a su esposa.

La adrenalina de lo prohibido sólo divierte unas semanas. Luego esa dinámica, esa necesidad permanente de ocultarse se vuelve simplemente un martirio. Al menos para mí. Yo suelo ser bastante reservada pero no me gusta reprimir lo que siento. Me gusta poder besar a quien quiero en el momento y el lugar en que quiero, agarrarle la mano, pellizcarle una nalga o morderle una oreja. Me gusta ser libre y entregarme libremente.

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Cuando cedes a lo prohibido piensas que eres libre, porque sigues un deseo genuino, en contra de tabúes y prejuicios estúpidos, te sientes por momentos toda poderosa, imbatible, pero lo cierto es que nunca encuentras libertad en las mentiras; lo que encuentras es una ilusión de libertad que suele lastimar en todas las direcciones, porque los tabúes y prejuicios estúpidos nunca se llegan a romper de verdad. Sólo nos engañamos mutuamente. Romperlos sería actuar con honestidad y deshacer el pacto monogámico que censura nuestros deseos.

Recuerdo claramente que una de las cosas que más me dolían en aquellos tiempos era que ellos casi nunca podían quedarse a dormir. Después de tener sexo tocaba soltarnos; él se vestía, como si el sexo no hubiera sido más que un trámite, y yo me quedaba sola, desnuda y ansiosa sobre mi cama. Se tornaba entonces muy difícil conciliar el sueño en unas sábanas que olían a una persona ausente y que a mí me importaba.

Siempre me daba por pensar en las putas en ese momento: ¿cómo hacían para no involucrarse? Cuando se involucraban, ¿cómo hacían para que el dinero no les doliera? Y concluía que yo sería una pésima puta. Mis sentimientos me matarían de hambre.

No me enamoré de todos. Sólo me enamoré de uno de esos cinco hombres, pero con todos anhelé una relación sólida y con todos sufrí como una bestia. Cuatro de ellos dijeron haberme amado, siempre después de que la historia había concluido, aunque de vez en cuando nos permitiéramos un homenaje. El único que nunca me dijo si me amó o no fue justo el único del que me enamoré, aunque tampoco hizo falta que me lo dijera: yo sé lo que tú sentiste como mismo sé que me estás leyendo.

Alguna mente ingenua a lo mejor aquí preguntaría: bueno, pero si te amaron, ¿por qué no fueron felices juntos? Bueno, muchas veces el amor no basta. Enamorarse y amar es relativamente sencillo. Hay gente que percibe el amor como un suceso extraordinario, como un meteorito en Pinar del Río, que no consigue asumir que ama o decir te amo en poco tiempo, que sacraliza el amor… pero yo creo que el amor es más común de lo que se piensa. Si soy rigurosa debo decir que yo me he enamorado de nueve hombres en mi vida. Si soy flexible, me he enamorado de 16 o 17. Sin embargo, lo de veras difícil cuando amas es definir qué hacer con eso que sientes y reunir el coraje para hacerlo.

Amar significa tomar decisiones, tomar decisiones significa elegir, elegir significa renunciar, y renunciar, sobre todo a lo conocido, provoca mucho miedo. Espanto. Y ese miedo es válido, quien lo obedece no es más cobarde o menos valiente sino leal a las razones que se lo inspiran. Tampoco la felicidad proviene siempre del amor o de un tipo específico de amor. Cada persona tiene su propia idea de la felicidad. El amor, además, es sólo una variable en la compleja ecuación de la vida.

Son pocos los hombres infieles que yo he conocido que han logrado cortar relaciones mediocres. No relaciones con problemas, que son inherentes a todas las relaciones interpersonales, sino estructuralmente mediocres, en las que los platos de la cocina vuelan por los aires acompañados de insultos, y abundan las humillaciones, los resentimientos, la pugna de poderes, la desconfianza, los chantajes emocionales, los gritos. Y se cree que eso es normal, que esos problemas son los típicos problemas de cualquier pareja, y mucha gente aguanta, se conforma, naturaliza las infidelidades o confunde el amor con la costumbre, el cariño familiar o el miedo.

Recuerdo especialmente a un escritor de cincuenta años que tuvo el coraje de terminar un matrimonio en el que había invertido casi la mitad de su vida y del cual tenía dos hijas y una casa. La decisión la tomó cuando se percató de que su matrimonio no estaba siendo sino durando, y él no quería un matrimonio que durara sino que estuviera vivo.

Cuando nos conocimos había pasado muy poco tiempo de su divorcio. Yo lo acogí en mi casa; no era cubano, y había venido a La Habana a un evento literario. En su país en ese momento estaba durmiendo en un colchón inflable en la sala del apartamento de un amigo. Extrañaba a sus hijas y lloraba cada vez que hablábamos del tema. Hablábamos mucho. Yo le había contado que también mis padres se habían divorciado cuando yo tenía la misma edad de una de sus hijas y se interesó en saber cómo había vivido ese proceso, porque quería evitar que sus hijas sufrieran.

Tuve que explicarle entonces que la hija de doce años era muy distinta a la hija de veintitantos años, casi treinta, que él estaba conociendo. Al principio, la hija de doce años no entendía que su mamá y su papá eran también una mujer y un hombre. No entendía que no sacrificaran su felicidad por la de ella, pensaba que no había otra manera de ser una familia si su madre y su padre no eran una pareja. Se dice rápido pero deconstruir ese pensamiento tan dañino me costó años.

Ya a los veintitantos yo entendía que mi madre y mi padre merecían ser felices y que ninguna hija merecía que sus padres fueran miserables por ella, porque tarde o temprano los reproches hubieran salido: “nos quedamos juntos por ti”, “yo perdoné a tu padre para no ponerte padrastro”, o “nos soportamos para seguir siendo una familia”. Puras mierdas. Pero lo peor no es ni siquiera que los hijos deban cargar con un peso semejante, un peso que no eligen, sino que crezcan con un modelo tan retorcido de lo que es una relación, un matrimonio, una familia o el amor.

Eso más o menos le dije al escritor: que no educara a sus hijas en una relación mediocre, que no les diera ese referente, porque podían acabar reproduciendo esa mediocridad en sus vidas, que la felicidad futura de sus hijas pasaba por la suya, que para mí el amor de mis padres nunca había estado en los sufrimientos que hubieran podido evitarme y en los que no, sino en los valores con que me habían educado, que en gran medida me hacían la persona que era.

La hija de 31 años que soy hoy le debe mucho a la hija de 12 años que fui.

Quizás si en la historia de este amigo escritor hubiera aparecido una amante el matrimonio hubiera durado más. Yo tengo la hipótesis, que comparto con varias amigas que han estado en circunstancias similares, que las amantes suelen revitalizar las relaciones. Prolongan su esperanza de vida. No sanan lo que está enfermo de muerte, no reparan lo que está roto, porque hay en las relaciones puntos de no retorno, pero sí se convierten en los puntales de las crisis y alivian agonías. Las amantes no son las villanas de la película sino las putas hadas madrinas que convierten calabazas en carrozas de oro y ratones en caballos, al menos hasta la medianoche.

Pero no se me ilusionen amigas con novios o maridos que me lean, hace casi dos años yo me jubilé de hada madrina. Me harté. Quien quiera ver magia que se ponga a consumir películas de Disney. Yo ya guardé la varita. El año pasado tuve un romance con un hombre que tenía novia, pero no en una relación monogámica, y sentí que la vida debía ser eso: no tanto poliamor como honestidad.

Es hermoso cuando nadie engaña a nadie. No hay rivalidades tácitas sino fraternidad. Ahí sí somos felices los cuatro, como en la canción de Maluma, o hasta los doce, quién sabe.

Confieso que yo no sé si un día sea capaz de vivir una relación abierta, pero hasta ahora sé que no me interesa desperdiciar ni un día de mi preciada y breve existencia en una mediocre, como tantas que ayudara a salvar, y si un día me pasara espero contar con la asistencia de una destructora de hogares más eficiente que yo.

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MÓNICA BARÓ
Mónica Baró (La Habana, 1988). Periodista y escritora. Trabajó para la revista estatal Bohemia entre 2013 y 2014 y luego en el Instituto de Filosofía de Cuba. En 2015 formó parte del equipo fundador de la revista medioambiental independiente Periodismo de Barrio, donde fungió como reportera y miembro de su consejo editorial, hasta 2018. Ha publicado en OnCuba, Univisón Noticias, El Toque, Cuba Posible, Hypermedia Magazine. Ha escrito principalmente sobre comunidades vulnerables a desastres naturales, envenenamiento por plomo, problemas de vivienda y violencia de género. En 2019 ganó el premio Gabriel García Márquez con el texto “La sangre nunca fue amarilla”.

25 comentarios

  1. Mónica me encantó tu texto. Felicidades por tu valentía y honestidad. Me ha dado mucho placer constatar que dos mujeres cubanas de distinta generación, piensan lo mismo.Yo me retiré del puesto de «hada madrina» hace 20 años.Y creo que ha sido una de las mejores decisiones de mi vida.

  2. Un texto rico y ordenado, con un mensaje contundente y bien explicado. Lo que daría por sentarme junto a ti y tomarme un té charlando un par de horas. No porque comparta tus teoría, yo estuve en la otra parte de esa historia, y dolió, pero fue como bien comentas, la gota que rompió la presa y me liberó de la relación tóxica. Y como ese escritor valiente, añoro a mi hija como si me faltara una parte del cuerpo, incluso viéndola a diario, pero no podía permitir que entendiera que debía convivir con alguien que no solo no le haga feliz sino que se esfuerce en hacerle sufrir. Ella tenía que aprender que si no te quieren debes quererte tu y buscar otro camino, cumpliendo como padre pero desde fuera de ese mal llamado hogar que te consumía día a día y sacaba tu peor faceta frente a tus pequeños. He tardado 4 años en superarlo, pero sabiendo que no seriamos su ejemplo como pareja incomoda e infeliz, cada día entiendo que tomé la mejor decisión. Me desvío del tema, es interesante el punto de vista del amante, te agradezco enormemente tu exposición, claridad, y apuesto que sinceridad. Un abrazo.

  3. y cuando el matrimonio era perfecto y llega alguien y lo destruye? no se siente asi como el hada madrina, ni para el marido que se da cuenta que perdio lo valioso por lo efimero. Naturaleza humana, pero lo que destruye definitivamente es la mentira y el engaño, que mejor que saber que le gusta la diversidad al otro y dejar de destruir mentes, y almas ajenas, por que ha como cuesta salir de semejante derrumbe… y no para mi no son hadas madrinas son cobardes ambos tanto el infiel como la que sabiendolo participa, cobarde tambien de no ser honesto sobre todo consigo mismo y por ende con el mundo, que bueno que al final encontró la valentía y no siguio en la mediocridad que critica del casado, pero que también viven las amantes.

  4. Que bueno que dejaste de ser la amante y te permitiste amarte a ti misma dejando de estar en ese tipo de relaciones. Los hombres salen ganando ahí porque tienen algo seguro que los va a satisfacer cuando quieran y que no les van a seguir nada. Hadas madrinas no lo son ni por un pelo.

  5. No puedes ser el hada madrina de mantener un matrimonio basado en mentiras, engaños y falta de respeto. No todos los hombres que buscan amante tienen malas esposas. Ojalá tu nunca estés de el lado de la esposa que ha sido engaña porque es un dolor desgarrador del cual casi nunca se reponen. En una cosa si son hadas madrinas cuando revelan lo que son y podemos dejar a esos desgraciados o cuando esa basura se queda con ustedes. Ahí si son las putas hadas madrinas.

  6. Un amor que duele y destruye no es amor. Ni tampoco es un amor sano que vale la pena mantener. Los infieles no cambian ni cambiarán. Muchas amantes se sienten poderosas por ser las amantes pero tal vez no se dieron cuenta si no hasta después que solo estaban permitiendo que alguien más las maltrataba y dañara.

  7. No se puede ser la puta hada madrina en un tipo de relación donde no hay respeto ni amor propio. Solo cuando las amantes revelan toda la verdad, ahí si se considera que son las hadas madrinas.

  8. Estoy totalmente de acuerdo, pues me identifico y muchas personas juzgan sin tener siquiera un poco de empatia y es algo que le puede pasar a cualquiera, esa hada madrina es feliz en su momento hasta que llega la Medía noche y se ve y se siente sola, creo que es lo mas complicado con que lidiar, pero si estoy en contra de algo el amor es algo maravilloso y si tu relación ya se ha basado en solo soportar, vete de hay el tiempo pasa tan rápido y no querrás darte cuenta que podías hacerlo mejor, solo que tenemos la maña de querer cambiar a los demás y de esperar algo de una persona que a lo mejor nunca pasará, atrevete a decir lo que piensas y si no comparten lo mismo solo sigue adelante no pasa nada todo en esta vida es una experiencia, dejar de juzgar es la clave, hoy puedes decir nunca en la vida seria la otra y si la vida te pone en ese lugar años después a lo que voy es que no somos las mismas personas todo el tiempo estamos cambiando y pensando diferente.

  9. Y si creen que su matrimonio era perfecto antes de que llegara cualquier hada madrina, recuerda que el lo propuso y ella decidirá si lo acepta, yo estuve casada y siempre pensé que la mala era la amante y si lo vemos del otro punto de vista, quien saca el tiempo? Quien se molesta en decirle tantas cosas he ilusionar? Una relación así sea de amantes es de 2 qué se construye y si usted es de las mujeres que es consciente de ese engaño y sigue hay lamento decirte que la del problema es usted! Dedíquese tiempo póngase sus mejores tacones y que este el que quiera estar mereces lo mejor recuerdalo, el llanto, el dolor, la felicidad o 3l odio no es para siempre TODO ES EFÍMERO EN LA Vida no te aferres a algo que crees que puedes cambiar y si es infiel siempre habrá una hada madrina.

  10. Excelente, muchas gracias por compartir tus experiencias. Me ayuda a superar el sentimiento de tristeza y a abrir los ojos. Acabo de romper una relacion que viene de idas y vueltas, lo amo, pero como bien decís sin esperanza de cambio. Asi no puedo seguir.

  11. Me parece como una forma de romantizar el engaño, la mayoría de los hombres que tienen amantes, es por sexo, por variedad y muchas veces no solo tienen una, si no varias, cuando un hombre ama no se quiere apartar, no le bastan momentos, no es lo mismo amar a sentir un cariño, afecto, amistad, de entrada siempre les digo si un hombre te ama o eres importante para el no le va dar igual si duermes con alguien más.

  12. Me parece genial. Creo que en cierta medida todas hemos impulsado alguna vez las relaciones de otros… la diferencia está en como eso nos afecta. Pasa por nuestro diapasón de permisividad y los valores… yo no creo poder permitir una relación abierta nunca. La relación que tengo hoy, ha pasado por varias temporadas, ya suman 12 años y ha costado muchísimo mantenerla. Hoy puedo decir, que disfruto cada momento a su lado y que lo volvería a escoger cada vida que exista.
    Siempre es un placer leerte. Saludos

  13. Que bueno que te composiste y entendiste que eso no se hace , por algun motivo te casaste
    Solo que ese panorama de decirles a los hijos que merecen ser felices los adultos a costa del dolor de unos niños es algo que tarde o temprano se paga , las cosas fueron claras desde el principio de la existencia pero nuestra naturaleza caída cada vez va peor y cada vez se están dañando más niño por el egoísmo el orgullo y el no poner de su parte por que se auto dañaron
    Tengo 3 hijos que sufren la ausencia de su papa, y nadie es feliz a costa del dolor de otro

    Y conozco muchos casos de que lo que siembras eso cosechas y recibir de su propia medicina

  14. Me siento bastante representado. Empece una relación de 4(mi pareja con otra pareja). Ahora uno de los otros otros dos chicos se salió, por que nos dimos cuenta que maltrata psicologicamen al otro, que es un cacho de pan. Y solo hace putadas a todos y victimisandose. Con el que estamos tiene TPL y baja autoestima (desde hace 13 años, tiempo que lleva con esté). A veces es un horror la. Situación y otras una idealizada…… Ya llevamos mas de 1 año y medio juntos……

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