‘El octavo círculo’: una exposición de pecadores y fraudulentos

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Vista interior de Novo Estudio Párraga

El pasado sábado 5 de octubre quedó inaugurada la exposición independiente El octavo círculo, curada por Magela Garcés, en Novo Estudio Párraga, sito en calle Justo #63, entre Fernando y Estela, en esa barriada habanera. La muestra abrió sus puertas a las 18:30 pm a todos sus espectadores y a todos sus herejes, y siguió con una fiesta dantesca –sudoraciones, gritos, Ricky Martin, Ranfis Suárez, euforia, banda punk, vodka strike (sin hielo), porque aquí todo tiende a derretirse– con la participación de Blast Noise DJ, que culminó avanzada la madrugada.

La nómina de los convocados a la expo estuvo integrada por los artistas/pecadores/fraudulentos: Julio Llópiz-Casal, Francisco de la Cal, Glexis Novoa, José A. Toirac, José Manuel Mesías, Lil Puñeta, Maurizio Cattelan, Nat Tate, Ranfis, Reynier Leyva Novo & Ranfis, R10 y Santiago Sierra.

Estos artistas sin dudas llevan una trayectoria creativa que los condena a ese “octavo círculo” del infierno. Si Magela Garcés, en su pesquisa, optó por estos infieles del engaño fue porque vio en ellos a unos valientes, a su manera, que nunca tuvieron en cuenta la idea de vagar a lo Poncio Pilatos sin cometer alguna infamia. Se trata, pues, de voces condenadas, decididas a cruzar el Aqueronte por una imperante voluntad de criticar, cuestionar o engañar con tamaños artilugios el devenir lamentable de la Institución, del Estado, del Poder, de Los Narradores de Cuentos. Entidades todas, históricamente, de falsa moral que inspiran la desconfianza, lo que salva a estos artistas de caer en el último círculo, y los sitúa, de cierta forma, en un foso –para la actualidad– de supuestos héroes.

El octavo círculo se inscribe en el artificio de lo apócrifo. “Ahora mismo todo parece susceptible de falsificación y se siente como si viviéramos una deshonestidad pandémica; engañar a los demás se ha convertido en un hábito. La sensación general es que no podemos confiar ante mucho de lo que nos dicen”: escribe Magela en el flyer de la exhibición presuntamente citando un “fragmento transcrito de una entrevista realizada vía Skype al teórico ruso-germano Boris Groys, el 31 de agosto de 2019”. Y continúa: “Pero la era Post-verdad no es un fenómeno nuevo, ni lo apócrifo es exclusivo de nuestro tiempo. Ha estado con nosotros a lo largo de la historia en todos los aspectos de la vida. Boris, ¿es verdad eso de que la gente quiere ser engañada?”

La muestra estuvo así, minada de preciosos engaños: Melodrama (2012-presente), de Julio Llópiz-Casal, falsos paquetes de marihuana que contienen picadura de pétalos de rosas secas –no es “droga”, es una flor–; la ópera prima Hacking #1 (2018-2019), del misterioso Lil Puñeta, supuestas conversaciones vía Whatsapp de varios personajes del arte cubano hackeadas por este Lil Puñeta, acaso Magela, acaso un grupo de Magelas, en cualquier caso, un artista prometedor –le digo yo de frente a la propia Magela o a la propia artista.

Seguimos con las obras reales que cuentan cosas surreales: Octanaje (2018) de Reynier Leyva Novo & Ranfis. Tres receptáculos con combustible: el primero, “cantidad de combustible consumido por el carro presidencial de Kennedy durante toda la trayectoria el día de la muerte de este”; el segundo, “cantidad de combustible consumido por el ómnibus que embistió la puerta de la embajada del Perú en Cuba el 1ro de abril de 1980”; y el tercero, “cantidad de combustible consumido por el carro de Reynier Leyva Novo, en un viaje de ambos artistas a Santa María del Mar, debatiendo acerca de los piratas en el siglo XVIII”. Tres historias reales contadas/medidas por un carburador.

¿Qué tan apócrifos son los evangelios apócrifos? –declara Magela a la prensa–. Pienso, ¿qué tan apócrifa es la historia-ficción, la historia cero, la historia tan bien contada por los hombres modelos/santos libres del pecado? Y se suman otras narraciones: S/T, de José Manuel Mesías, que se resiste al título pero no a describirse como “Montura diseñada por el General de División Avelino Rosas para montar hombres, 1897”; Cómo clonar vegetación (2017-2019), de Ranfis; La idea del sol del hombre ciego, de Francisco de la Cal; Abecedario (1988), de Glexis Novoa; Vaso medio lleno (2015), de Maurizio Cattelan, Bridge No. 114 (c. 1950), de Nat Tate; Galería y tarja bloqueadas (2013), de Santiago Sierra; Toda la gloria del mundo (2013), atribuida a José A. Toirac y Retroceso (2019), de R10.

Magela Garcés, la mayor pecadora, es graduada de Historia del Arte en la Universidad de La Habana. Trabajó como especialista en la Galería Servando, de la cual fue separada debido a que redactó y publicó el texto crítico “Las 100 preguntas del arte cubano”, que causó polémica entre los directivos del Ministerio de Cultura y la empresa gubernamental para la comercialización y promoción del arte Génesis. El artículo fue calificado por la institución como una forma de “difundir criterios u opiniones que menoscaban el prestigio personal o laboral de superiores o compañeros de trabajo”, según reveló Magela en su cuenta personal de Facebook. Tras las decisiones de los directivos de reubicarla laboralmente, Garcés se negó a reclamar o presentarse en la nueva plaza y solicitó su renuncia. En estos momentos trabaja como crítica y curadora independiente, y continúa publicando sus textos en las revistas culturales de Cuba y otras partes del mundo.

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Puedo afirmar que Reynier Leyva Novo (alias El Chino o, para los vecinos de Párraga, El pintor) ha trabajado años –quizás esa sea su condena– en la construcción minuciosa del Novo Estudio Párraga para ocultar las infames zanjas o las fosas epidérmicas. Por eso, si algo tiene de círculo infernal este estudio-galería es su ubicación urbana con respecto a La Habana más céntrica, La Habana como sexto círculo, La Habana como ciudad de los desalmados, La Habana vigilada por diablillos y Furias.

Quien venga, como yo, a El octavo círculo habrá de hacer (o no) caso a las indicaciones que Magela Garcés ha publicado en su perfil de Facebook para llegar en tiempos de “coyuntura”: “Coger cualquier cosa (P-6, P-8, P-9, rutero, almendrón) hasta La Palma, y ahí coger un almendrón o un rutero hasta La Curva de Párraga. De ahí a pie (4 cuadras a la derecha y 1 cuadra y media a la izquierda). El lugar está a 3 cuadras de la Iglesia de Santa Bárbara.” En cualquier caso la Bárbara protegerá.

 

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KATHERINE BISQUET
Katherine Bisquet (Ciudad Nuclear, Cuba, 1992). Escritora. Graduada de Letras en la Universidad de La Habana. Ha publicado los cuadernos de poesía Algo aquí se descompone (Colección Sur Editores, La Habana, 2014), Ciudad Nuclear mon amour (Ediciones Sinsentido, La Habana, 2020) y Uranio empobrecido (Rialta Ediciones, Querétaro, 2021). Fue organizadora y curadora de la #00 Bienal 2018 de La Habana y una de los acuartelados y huelguistas de San Isidro. En 2020, fue seleccionada para la residencia de escritores Can Serrat Primavera Barcelona. En 2021, recibió la Beca Antonia Eiriz, con el proyecto de libro de crónica “Los mojados”, otorgada por el Instituto Internacional de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR) a artistas e intelectuales independientes. Ha publicado poesía, crónicas y entrevistas en revistas y diarios como Vice en español, El Estornudo, Hyperallergic, Hypermedia Magazine o Rialta Magazine. Es cofundadora del proyecto Cine Cubano en Cuarentena, iniciativa de rescate, promoción e investigación orientada al cine cubano.

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