Academia Norteamericana de la Lengua Española premia a Roberto González Echevarría

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Roberto González Echevarría (FOTO I am Quixote )

El investigador y ensayista cubanoamericano Roberto González Echevarría (Sagua la Grande, 1943) acaba de ser galardonado con el Premio Nacional Enrique Anderson Imbert 2020, el más prestigioso que otorga, anualmente y desde 2012, la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), a personas naturales o jurídicas residentes en los Estados Unidos, según ha reportado el sitio oficial de la institución.

Quien se desempeña hoy como catedrático, promotor cultural y profesor de Literatura Hispana y Comparada en la archiconocida Universidad de Yale, y es recordado aún por haber impartido clases en Cornell durante los años setenta, ha sido pues, de acuerdo con la propia ANLE, premiado por su notable, y ya extensa, trayectoria profesional.

En efecto, el Premio dignifica a los que “han contribuido con sus estudios, trabajos y obras al conocimiento y difusión de la lengua, las letras y las culturas hispánicas en los Estados Unidos”, labor en que se ha desplegado ampliamente González Echevarría, “por sus trabajos como especialista en literatura española del Siglo de Oro, literatura latinoamericana colonial y moderna, y literatura comparada”, anotó la ANLE.

De ahí que los nueve miembros del jurado decidieran la entrega de forma unánime, aduciendo su contribución “a las letras panhispánicas, concretadas tanto en una ejemplar trayectoria docente como en una labor erudita, crítica y de investigación literaria, cuyo universal reconocimiento ha favorecido el desarrollo, la expansión y la profundización de los estudios hispánicos, la promoción de la lengua y la valoración social de la cultura hispánica en los Estados Unidos”, más allá de las fronteras de ese país y más allá también de los circuitos universitarios –como subrayó Carlos E. Paldao, secretario del certamen y actual director de la ANLE.

Gerardo Piña-Rosales, director honorario de la Academia Norteamericana, comentó que el Premio es significativo porque subraya, además, el aporte de este doctor honoris causa en “una variada gama de servicios profesionales, culturales y artísticos, en distintos campos y áreas del conocimiento”.

Por su parte, quien fuera el primer hispanista en dirigir un seminario en la School for Criticism and Theory y uno de los primeros editores de la revista académica Diacritics, declaró: “Estoy profundamente agradecido de recibir este reconocimiento, porque viene de mis colegas, y porque siempre admiré a Enrique Anderson Imbert. Era un hombre de vasta cultura, amplia erudición, certero juicio crítico y elegante prosa. Me honra que mi nombre se asocie al de él”.

Galardonado igualmente en 2011 y por el presidente Barack Obama en la Casa Blanca, con la Medalla Nacional de Humanidades, esta vez el devenir del ensayista resultó sopesado por profesionales provenientes de la propia ANLE, así como de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) y de instituciones socioeducativas y culturales panhispánicas, tanto estadounidenses como internacionales.

Numerosos son los volúmenes de un autor que resuena entre los estudiosos de la literatura de la Isla por ese arriesgado texto titulado “Oye mi son: el canon cubano” (Encuentro de la Cultura Cubana, n. 33, 2004), donde González Echevarría establece –en la estela de un Harold Bloom que, por cierto, conoció y elogió su obra– la lista de sus favorecidos.

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No en balde el ensayista ha sido traducido al francés, alemán, portugués, polaco, italiano, persa, chino… Lo ameritan libros suyos como Myth and Archive: A Theory of Latin American Narrative (1990), publicado también por la Editorial Capiro, en español y en Cuba, en 2017; Alejo Carpentier: The Pilgrim at Home (1977), Calderón y la crítica (1976), Isla a su vuelo fugitiva: ensayos críticos sobre literatura hispanoamericana (1983), La ruta de Severo Sarduy (1986) y Lecturas y relecturas. Estudios sobre literatura y cultura (Premio de la Crítica del Instituto Cubano del Libro, 2013).

Conviene añadir, según el registro de la ANLE, que en ediciones anteriores del Premio fueron reconocidos: Elias Rivers, de la Universidad del Estado de Nueva York (2012); Saúl Sosnowski, de la Universidad de Maryland (2013); Nicolás Kanellos, de la Universidad de Houston (2014); Manuel Durán Gili, también de la Universidad de Yale (2015); Raquel Chang-Rodríguez, de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, en conjunto con David T. Gies, de la Universidad de Virginia (2016); el escritor Matías Montes Huidobro, de la Universidad de Hawái (2017); Enrique Pupo-Walker, de la Universidad de Vanderbilt, y Rolena Adorno, otra vez de la Universidad de Yale (2018); hasta llegar, el año pasado, a Enrique R. Lamadrid, de la Universidad de Nuevo México.

El Premio, que la ANLE ha concedido públicamente a la labor de tales investigadores, se traduce, por supuesto, en mayor relevancia y difusión para la obra de estos, y es signo inequívoco de la presencia hispana en tierras estadounidenses, así como de la calidad, la complejidad y la extensión de los estudios dedicados a nuestra cultura.

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